Prados verdes oscenses
a través de mi ventana,
atardeceres casi eternos,
salir el sol en la mañana.
Despertar mientras sueño
con cantos de aves libres
o tormentas con estruendo
que nos riegan los maices.
Iglesias de tiempos añejos
recordando las reconquistas
de aquellos valientes guerreros
que por ti ya dieron sus vidas.
La montaña que cambia de ropa
a la llegada de la loca primavera
del blanco entonces se divorcia
porque el verde bien la camela.
A sus faldas entonces floreadas
el agua de brillo se engalana
ruge entonces el cauce de los ríos
alimentando el gran lago Barasona.
Y en las noches teñidas y oscuras
de las calles del abosoluto silencio ,
solo perros vagan, y algún minino
en las calles del pueblo grausino.
Sergio Rodríguez.-